Con la tranquilidad de quien aún no ha conocido al diablo, camina por la sombra pensando en cada momento pasado. Rascándose la nariz una vez por baldosa, mira las sombras de las cosas que fueron quedando atrás poco a poco. Cada vez que gira la cabeza es para despedir a un hombre que se aleja directo a su muerte o a una mujer que vive pero que sólo le ha dejado de recuerdo su perfume. Se incendia de dolor en la cama antes de dormir. La recuerda suave como un terciopelo verde que alguna vez usó de frazada en invierno. Y sigue ahí, su cerebro metido dentro del cajón del escritorio para que deje de gritar. Ahora bien, podría dormirse tranquilo pero la ausencia lo invita a dar un paseo por el bosque. Y él la acompaña para que no se sienta tan sola. Y el está tan solo. No ha vivido más que por inercia este ultimo tiempo, acostumbrado al malestar en todo el cuerpo, sabiendo que al fin el enfermo es él, por completo y no su alma solitaria.
Acaricia sus manos con los ojos apretados para que la imagen no se nuble, para que la luz no desaparezca su hermosura- Los aprieta bien y cierra la boca para recordar mejor. Para inventar movimientos y situaciones que jamás volverá a vivir- O tal vez jamás vivió. Y ahí llegó. Mucho mas hermosa que otras noches para dejar acariciarse disimulando su tristeza que la quiebra por dentro. Pero él no lo nota. En cuestiones del amor todos somos un poco egoístas- Y dejan de quererse tan sólo para no apagar el fuego eterno que los va a mantener unidos para toda la vida. Solo aparentan odio para retroceder y saltar más alto. Para complementarse y dejar de ser dos para ser uno- Para prometerse duendes y hadas y cosas que jamás van a cumplir. Para prometernos el amor eterno que se prometen los enamorados cuando sabemos que el amor lo dejamos en otro lado. Y nos fuimos a otra parte para deshacernos de nuestros recuerdos que siguen acompañándonos a todos lados, como sombras de algo que dejó de ser hace tiempo. Y me da pena esto de perderte, y no tener ganas de encontrarte. Me da pena eso de reciclar historias para seguir viviendo. Pero las cosas son así y el tiempo no para. Y ya no quiero pararlo ni pararme. Me quiero quedar acá tirada y tomarme una piña colada con mis amigas y salchicha. Martes 13 te odié feo-
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